Esta obra explora la profunda conexión entre el yo y el otro. A través de una pincelada expresiva y vibrante, la obra revela cómo aquello que reconocemos en los demás suele ser un reflejo de nuestras propias luces y sombras. Dos rostros que no se miran directamente pero que se contienen, se atraviesan y se completan. La textura y el color, aplicados con fuerza y emoción, simbolizan la complejidad interior que compartimos como seres humanos. Esta pieza invita a contemplar la dualidad que nos habita y cómo, en el encuentro con el otro, nos descubrimos a nosotros mismos.